Historia del jabón

En esta entrada vamos a explicar la historia del jabón, desde los primeros indicios que se tienen hasta nuestros días, me parece una historia muy interesante que quería compartir antes de explicar cómo elaborarlo, espero que a vosotros también os lo parezca 😊.

Antes de entrar en materia, debemos entender que los primeros jabones que aparecieron, se formaron gracias a la unión de grasa, agua y álcali llevando a cabo una reacción química exotérmica llamada "saponificación", y dando como resultado el jabón.

Hoy en día, aún no se puede precisar con exactitud la fecha en la que se descubrió por primera vez el jabón, pero existen indicios de que se usaba ya en el año 2500 a.C. 

Los habitantes de Sumeria (primeros indicios del uso del jabón) lavaban la lana utilizando una sustancia preparada mezclando agua, cenizas (álcali) y aceite de acacia (grasa). 

Se cree que la palabra jabón, del latín saponem, proviene del monte Sapo, que se situaba al lado del río Tiber, cerca de Roma (Italia). Cuenta la leyenda, que las mujeres acudían a lavar la ropa a los pies del monte, ya que en esta zona la ropa quedaba mucho más limpia. Esto sucedía porque en lo alto del monte se producían sacrificios animales como ofrenda a los dioses, y la grasa animal junto con las cenizas de las incineraciones, descendían hasta llegar al río, llevando a cabo la saponificación.

De acuerdo al papiro de Ebers, tratado médico que data de 1500 a.C., sostiene que los egipcios usaban jabón como ungüento para curar infecciones de la piel, además, perfeccionaron su producción mezclando grasa animal y aceites vegetales, sales alcalinas y cenizas si deseaban una sustancia espumosa. 
En el reinado de Nabónido (556-539 a.C.) en Babilonia, lo preparaban con aceite de sésamo, cenizas y ciprés. 

La fórmula egipcia también fue utilizada por los griegos y los romanos, que lo elaboraban hirviendo grasas y aceites con ceniza y cal. 

Sea cual sea la procedencia del jabón, lo que sí es cierto es que fueron los romanos los que contribuyeron enormemente a su expansión, convirtiéndolo en un artículo de uso diario, tanto por higiene como para evitar enfermedades. Tras la caída del Imperio Romano en el 467 d.C., disminuye casi por completo el uso del jabón debido a la desaparición de los baños públicos, por prohibición expresa de la Iglesia, y el consecuente desinterés por el aseo personal. 

En el S.VII surgieron los primeros gremios jaboneros en Europa, pero el jabón estaba sólo al alcance de las clases altas por su alto precio (debido a los elevados impuestos que incluían). 

En el siglo X, Europa sufría una gran despoblación, y las plagas y epidemias elevaron el índice de mortandad adulta e infantil. Por esas fechas la fabricación en España se hacía en las "Almonas". La más famosa fue la de Triana (Sevilla) donde se hacía el conocido jabón de Castilla, en el que se empleaba aceite de oliva.

Más tarde, aparece también el jabón de Marsella, fabricado con aceites vegetales y una mezcla de  cenizas de plantas llamada barilla, que proveía el álcali.

La fabricación de jabón siguió siendo un arte relativamente reducido hasta el sigo XVIII, en el que se desarrollaron técnicas que proporcionaron un jabón más puro y cambió la conciencia de la gente sobre la importancia de la higiene. Diversos químicos franceses aportaron importantes avances a la industria jabonera, descubriendo y desarrollando fórmulas para la obtención de sosa (hidróxido sódico) a base de sal común, no siendo necesario el uso de cenizas como se había hecho hasta entonces, y describiendo con detalle el proceso de la saponificación. Los hallazgos de Luis Pasteur demostraron que el aseo personal reducía la expansión de enfermedades, permitiendo importantes avances en la fabricación y desarrollo del jabón.

En 1783, Scheele descubrió una sustancia dulce a la que llamó ölsus, hoy conocida como “glicerina”, al hervir aceite de oliva con óxido de plomo. Este trabajo condujo al químico francés Eugene Chevreul a explicar la saponificación, y después de establecer la estructura del triglicérido afirmó que el jabón es la sal metálica de los tres ácidos grasos.

A mediados del siglo XIX aparece la primera lavadora mecánica, por lo que la manufactura del jabón se convirtió en una industria importante, pasando de ser un artículo de lujo a una necesidad diaria, disminuyendo las tasas de la mortalidad, triplicando la población en Europa y aumentando la esperanza de vida de los 30 años a los 50. Se desarrollaron jabones más suaves para el baño y el aseo personal, y otros para usarse en las primeras lavadoras de ropa.

En el año 1916, aparecen en Alemania los primeros detergentes, aunque realmente no despegaron hasta la Segunda Guerra Mundial. En esta época escaseaban las grasas animales y vegetales, fundamentales para la fabricación del jabón, por lo que se empezaron a utilizar otros ingredientes químicos que resultaban mucho más económicos y fáciles de manipular: los detergentes.

A partir de 1950 los productos de jabón fueron sustituidos por detergentes sintéticos que producían gran cantidad de espuma y eliminaban bien las manchas, por lo que se convirtieron en un producto común en todos los hogares, superando las ventas del jabón tradicional por su bajo coste.

En la segunda mitad del siglo XX continuó el desarrollo de productos de limpieza químicos y fáciles de usar. Algunas innovaciones fueron los polvos para lavadoras automáticas, los suavizantes de ropa, detergentes blanqueantes, quitamanchas, etc.

El desarrollo de todos estos productos químicos despertó también la preocupación por sus efectos en el medio ambiente, apareciendo las primeras plantas de tratamiento de aguas y poniendo en entredicho la inclusión de algunos compuestos químicos dañinos en los detergentes, como los fosfatos.

Hoy en día todavía se sigue luchando para evitar los problemas ocasionados por los componentes de los detergentes que dificultan la dilución de oxígeno en el agua, provocando toxicidad en la agricultura y contaminación en la vida acuática.

Como conclusión: lo que hoy consideramos "jabón" no tiene nada que ver con lo que se usaba en la antigüedad. El objetivo del producto es el mismo: eliminar la suciedad de los tejidos y la piel, sin embargo, su composición ha variado. Hoy en día ha proliferado el uso de productos químicos sintéticos para producir más espuma, generando la falsa ilusión de que cuanta más espuma, más limpieza (un buen jabón no necesariamente produce mucha espuma).

El jabón natural artesanal se fabrica usando los componentes esenciales: agua, grasa y álcali; no usando productos químicos que dañen nuestra piel.

Si habéis llegado hasta aquí, os felicito, y espero que hayáis aprendido un poco con esta historia.

A partir de ahora explicaremos la forma de elaborar un jabón de manera artesana, usando componentes básicos y que hidraten y limpien cuidadosamente nuestra piel.

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