Jabón de aceite usado

¡Hola de nuevo! 😄

En esta entrada vamos a ver cómo elaborar un jabón utilizando aceite usado de cocina. Para mí, este jabón y el de Castilla (tenéis la receta en la entrada anterior) me parecen los básicos y los más sencillos de elaborar cuando uno se adentra en este mundillo.

Los jabones de aceite usado suelen formularse de manera distinta a los jabones utilizados con fines cosméticos, ya que  este jabón lo usaremos para quitar manchas de la ropa, lavar a mano o fregar los platos, pero nunca para lavar nuestra piel...y eso... ¿por que?
Básicamente porque el aceite usado no posee gran parte de sus propiedades originales al haber sido sometido a altas temperaturas, generando los radicales libres de los que siempre huimos y que entrarán en contacto con nuestra piel (¡la presencia de radicales libres en la piel es de lo que viven los fabricantes de cremas antiarrugas!), incluso el aceite tendrá con toda probabilidad impurezas o restos de comida que no hayamos podido filtrar.

Para conseguir un jabón con un alto poder de limpieza tendremos que tener en cuenta una serie de cosas:

1º: Deberemos filtrar todo lo posible nuestro aceite para no encontrar restos de comida y otras impurezas. Hay gente que incluso hierve el aceite con ralladura de limón y naranja para quitar olores; personalmente no noto ninguna diferencia entre hacerlo o no, así que me limito a filtrar todos los restos que pueda.

Los filtros de café son una muy buena opción para limpiar el aceite (tarda un poco así que paciencia).
Si nuestro aceite estuviese realmente sucio, se pueden usar otros métodos más potentes para limpiar el aceite y desodorizarlo (como usar bentonita, carbón activado...), pero eso lo dejaremos para otra entrada.

2º: NO pondremos sobreengrasado a este jabón. Lo que buscamos es un jabón completo que limpie nuestra ropa o utensilios de cocina, y si ponemos sobreengrasado una parte del aceite quedará sin saponificar (lo cual viene muy bien para hidratar nuestra piel, pero no nos hará gracia limpiar nuestra ropa y dejar rastros de aceite; el sobreengrasado lo dejaremos para los jabones destinados al cuidado de nuestra piel).

Por tanto, en la calculadora de saponificación pondremos un sobreengrasado igual a cero o incluso negativo, de esta forma aumentaremos la cantidad de sosa y garantizaremos la completa saponificación de las grasas y eliminaremos los malos olores del aceite. Si optamos por un sobreengrasado negativo para aumentar el poder de limpieza, lo usual es poner un valor entre el -10 y -20%.
El jabón de hoy lo haremos con un sobreengrasado del -15% (porque en el centro está la virtud).
A continuación os pongo las cantidades que he utilizado, pero podéis adaptarlo a la cantidad de aceite que tengáis o que queráis utilizar:

- 650 g de aceite de oliva usado filtrado.
- 251 g de agua destilada fría.
- 102 g de sosa.
- Opcionalmente se pueden añadir esencias aromáticas o aceites esenciales, en mi caso he preparado 5 gramos de aceite esencial de limón que añadiré al final del proceso.

Con estas cantidades obtendremos aproximadamente un kilo de jabón.


Como veis, los valores no están dentro de los valores recomendables, pero como ya hemos dicho, no vamos a usar este jabón para cuidar nuestra piel. Una vez tenemos lista la fórmula de nuestro jabón, ¡solo nos queda ponernos manos a la obra!
Como siempre, muy importante las medidas de protección (guantes, gafas, mascarilla y delantal, y hacer la elaboración en un ambiente muy bien ventilado o debajo de la campana extractora).



1º: Encendemos la campana extractora si el sitio donde estamos preparando el jabón no tiene ventana o no hay posibilidad de tener una buena ventilación (como es mi caso). 
Echamos la sosa sobre el agua (¡nunca al revés!) en un recipiente de cristal y removemos con una cuchara o varilla que no sea de aluminio (yo utilizo una varilla de vidrio). 



Cuando se haya disuelto toda la sosa, podremos ver con el termómetro que la temperatura es muy elevada, por lo que dejaremos enfriar mientras seguimos con el resto de la elaboración.



2º: Ponemos el aceite usado en una olla y calentamos hasta alcanzar los 40ºC aproximadamente.

3º: Cuando la temperatura de la lejía y el aceite ronde los 40ºC, echaremos la lejía sobre el aceite (¡nunca al revés!). 






4º: Pondremos la batidora apagada en el fondo de la cacerola y batiremos a velocidad baja hasta conseguir la traza. 





Debemos batir hasta que no veamos diferencia de fases en la mezcla, yo estuve batiendo unos dos minutos, pero esto depende mucho de la cantidad que hagáis, a mayor cantidad, más tiempo tendréis que estar batiendo.


5º: Después de obtener la traza, añadiremos el aceite esencial de limón y removeremos con una espátula para integrarlo en la mezcla.




6º: Pondremos la mezcla en un molde de silicona y abrigaremos el jabón (¿¿abrigar el jabón?? 😐).
Abrigar el jabon consiste en poner papel film alrededor de la parte superior del molde y encima de este, un paño o toalla tal y como se ve en las fotografías. 




Pero...¿por qué se hace esto? Principalmente para que el calor de la reacción se mantenga durante más tiempo y ayude a realizar mejor la saponificación.  Una vez abrigado, esperaremos 48 horas para que endurezca. 

7º: Cuando hayan pasado las 48 horas, desmoldaremos el jabón y lo cortaremos en pastillas. 



8º: Ahora dejaremos que saponifiquen durante 40 días hasta que estén listos para usar, aunque a este tipo de jabón lo dejo curar durante el mayor tiempo posible, así que sin prisa 😁

¡Y eso es todo! Tendremos un jabón perfecto para fregar los platos, lavar nuestra ropa, etc, de una manera muy fácil, económica ¡y reciclando! 

¿Qué os ha parecido? ¿Alguna vez habías hecho este tipo de jabón? ¿Hacéis algo diferente para conseguir un mejor resultado? Dejadme vuestras dudas y comentarios 😄



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