Ungüento para mejorar la circulación sanguínea

¡Hola a todos! 😄

Espero que estéis todos bien, o al menos, lo mejor posible dadas las circunstancias.
Entre el confinamiento y que aqui en España ya estamos en pleno verano, las piernas se resienten bastante, el calor y el no moverse demasiado es horrible para la circulación sanguínea.

Mi madre sobre todo, por el capricho ese de tener hijos (😜) se llenó de varices bien jovencita, y con el paso de los años y con las altas temperaturas que tenemos ahora, le hace falta algo que ayude a la circulación de sus piernas.
Tenía pensado hacer una crema circulatoria, pero finalmente he decidido hacerlo en formato ungüento, por la simplicidad y porque mi madre está acostumbrada a dárselo así, aunque no descarto en un futuro ir probando con alguna crema e ir modificando la fórmula según sus necesidades.



El precioso color verde de este ungüento es debido al aceite de calófilo virgen (también conocido como aceite de tamanu), ya que tiene determinadas resinas que le otorgan ese color; este aceite se obtiene del árbol Calófilo o Tamanu y se encuentra en zonas de la India. Es un aceite cargado de polifenoles con propiedades antiinflamatorias, reparadoras y promueve la circulación sanguínea.

Os aviso de que es un ungüento potente, pensado para problemas circulatorios y en su caso específico, para alguna variz algo fea en donde no puedes dar un masaje incidente, si no que tiene que ser muy superficial. NO uséis este ungüento si estáis embarazadas o amamantando.
He elegido una mezcla de aceites vegetales que van a venir muy bien para la circulación, entre los que están el de avellana, oleato de árnica en aceite de coco fraccionado (caprylis) y el aceite de calófilo que ya hemos comentado antes; añadiré también extractos de rusco y vid roja y un pequeño porcentaje de mentol diluido en alcohol para que al aplicarlo aporte frío a la zona y sea más agradable (¡sobre todo con estos calores! 😥).

Espero que os resulte útil, os dejo la receta a continuación (ingredientes para 50 gramos):

18 g aceite de avellana
15 g oleato de árnica en caprylis
6,5 g aceite de calófilo
4 g cera abeja
2 g alcohol cetílico (si no tenéis podéis sustituirlo por más cera de abeja, aunque variará la textura)
1,5 g mentol en cristales
1 g extracto HG de rusco
1 g extracto HG de vid roja.
1 g aceites esenciales (0,5g de ciprés, 0,3g eucalipto, 0,2g lavanda)

El procedimiento es muy sencillo (no os olvidéis de desinfectar los utensilios previamente con alcohol de 70ºC y dejando secar), simplemente pondremos en un recipiente el aceite de avellana, el oleato de árnica, la cera de abeja y el alcohol cetílico. 


Calentamos al baño María hasta que todo esté derretido y añadimos los cristales de mentol.
Cuando los cristales se hayan disuelto, apartamos del fuego y removemos dos minutos para bajar un poco la temperatura; añadimos entonces el aceite de calófilo, los extractos y los aceites esenciales.


Removemos nuevamente y envasamos.
Tendremos que esperar a que enfríe para obtener la textura final.


Espero que os guste y que os animéis a hacerlo si sufrís de problemas circulatorios, piernas cansadas... Si lo hacéis dejadme en comentarios qué os ha parecido 😊.
Un tarrito va para mi madre y otro para mi amiga Irene, espero que lo disfruten y les alivie un poquito :)

¡Nos vemos pronto! 😀

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